Si la accidentabilidad laboral en Europa es alta, resulta que la de los y las jóvenes trabajadoras lo es más. Por lo menos así lo indican las frías, pero clarificadoras estadísticas publicadas por la Agencia Europea para la Seguridad y Salud en el trabajo: “El índice de accidentes laborales de los jóvenes entre 18 y 24 años es un 50% superior al del resto de trabajadores de más edad”.
El ruido, las vibraciones, el calor, el frío y las sustancias peligrosas son los principales riesgos a los que están expuestos los jóvenes en el trabajo según fuentes de ámbito europeo, y algunas otras de ámbito nacional.
Informes que remarcan que los trabajos que requieren mayor demanda física (como, por ejemplo, mantenimiento de posturas forzadas, manipulación manual de cargas y realización de movimientos repetitivos) parecen ser más frecuentes en los trabajadores jóvenes que en el promedio de la población activa. Como consecuencia, están más expuestos a sufrir trastornos musculoesqueléticos (incluidos los dolores de espalda)....
Falta de confianza
Asimismo, los datos indican que los jóvenes reciben menos información sobre los riesgos laborales, carecen de cualificaciones y de formación. Además de desconocer las obligaciones de su empleador así como sus propios derechos. Un punto importante es el hecho de que carecen de confianza para expresarse cuando surge un problema y que los empresarios no reconocen la protección adicional que necesita la juventud.
En muchas ocasiones los y las jóvenes trabajadoras que participan en los cursos de formación en prevención de riesgos laborales expresan temor a ser despedidos a la hora de indicar que alguna medida no es la correcta en sus puestos de trabajo. Tienen la percepción de que si muestran alguna queja perderán el empleo. Por ejemplo en casos como cuando las máquinas no están dotadas de los resguardos o cuando saben que necesitan recibir formación en el uso de las carretillas, Grúas o Plataformas y no se les ha sido impartida por la empresa.
Es responsabilidad del empleador proteger la seguridad y la salud de los trabajadores y deben prestar especial atención respecto de los trabajadores jóvenes, adjudicarles una labor adecuada e impartirles la formación y la supervisión necesaria.
Trabajo en equipo
Aunque no todo es responsabilidad del empleador, los y las compañeras de los espacios de trabajo deben de ser ejemplares a la hora de realizar las actividades de una manera segura y cumplimiento con los procedimientos e instrucciones de trabajo establecidos. Y más si tenemos en consideración que los y las compañeras más jóvenes carecen de experiencia y tienen mayor vulnerabilidad a la hora de sufrir un accidente.
“Menudos pijos, nos dejaron en cuadro cuando se negaron a entrar en el taller si no se les dotaba con las botas, guantes y gafas de seguridad”
También es verdad, que toda la responsabilidad no puede recaer en el ámbito laboral. La preparación y la educación, así como dotar de una cultura preventiva también debe de recaer con un grado de responsabilidad alta en las Instituciones públicas y privadas que se dedican a formar a las nuevas generaciones.
Cada vez son más los programas educativos que implementan la prevención de riesgos laborales en el Currículum Educativo, pero se debe de trabajar más en concienciar y sensibilizar a los y las estudiantes en la cultura preventiva ya que no es una mera asignatura.
Menudos pijos….
Recuerdo como en una formación unos jóvenes trabajadores que acababan de cursar una Formación Profesional de grado superior me comentaron que habían participado en un programa de intercambio de estudiantes con diferentes países europeos. “Menudos pijos, nos dejaron en cuadro cuando se negaron a entrar en el taller si no se les dotaba con las botas, guantes y gafas de seguridad”. “Que proyecto tan interesante y que gran ejemplo por parte de los estudiantes extranjeros. Han actuado correctamente, tal y como se debe de actuar.” les conteste.
Los jóvenes expresan temor a ser despedidos a la hora de indicar que alguna medida no es la correcta en sus puestos de trabajo.
Este es un ejemplo claro de la falta de responsabilidad que tenemos ante la prevención de riesgos laborales, la poca importancia que le damos a la concienciación en caso de sufrir accidentes, incidentes o enfermedades laborales. Actualmente, no pongo en duda la información tan amplia a la que podemos acceder mediante la variedad de recursos de los que disponemos como las redes sociales, webs oficiales, Boletines, artículos, revistas, etc. Pero sí que dudo sobre la cultura preventiva de la que dotamos y la falta de sensibilización en cuanto a las medidas preventivas.
En definitiva, no hay duda de que la formación reglada cumple con un currículum escolar que continuamente se va adaptando a las necesidades del mercado laboral y los nuevos proyectos tanto de las Comunidades Autónomas como de la Comunidad Europea, insertando nuevos retos y nuevas pedagogías, pero no es suficiente.
Concienciación continuada
En los lugares de trabajo se debe de seguir educando, concienciando, informando y formando continuamente a los y las trabajadoras sobre los riesgos laborales, las medidas preventivas, adecuando las instrucciones y procedimientos de trabajo según los y las trabajadoras, capacitando los con nuevas herramientas y protecciones colectivas e individuales.
Por lo tanto, aprovechemos la fuerza de la que desprenden los y las jóvenes trabajadoras para impulsar unas conductas seguras que nos lleven a presumir de una cultura preventiva arraigada en todo ámbito laboral. Dotemos a los y las trabajadoras de información y formación continua en prevención de riesgos laborales, disminuyendo la tasa de accidentabilidad laboral.
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